Calacas


A través de la historia, siempre ha habido dos versiones del rostro humano. Una forma inmediatamente reconocida es el rostro vivo, con sus ojos, boca, cejas, todo piel y cartílago.
Pero detrás de cada rostro hay otra cara, debajo del cuerpo hay otro cuerpo, que no se parece más que en indicios al cuerpo vivo.

Nuestros antepasados conocieron la muerte antes de conocer el fuego o la escritura. Reconocer el rostro secreto del hombre es tan primordial como saberse vivo.

La calaca es la apropiación cultural de ese otro cuerpo, del cuerpo invisible, del cuerpo después del cuerpo, del cuerpo subyacente. La calaca es el esqueleto como representación. El esqueleto como signo, como unidad de sentido social.

En latinoamérica la calaca como icono artístico  tiene entonces una carga híbrida, puesto que nuestra cultura es el resultado de la confluencia de diferentes tradiciones, viene de la gravedad del vanitas europeo, del utilitarismo de las religiones africanas, de la sordidez de la nota roja hipercapitalista, y de lo sublime de sus importancia estética en las costumbres indígenas. La calaca condensa todos los dolores de la muerte que cargamos como mexicanos donde quiera que estamos vivos.

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